Permanecía sentada en una de las sillas de la sala de espera; abrazada a mis piernas que descansaban sobre el borde de la silla, escondiendo la cara de las miradas ajenas, dejando que la vista se perdiera por el paisaje que me ofrecía el gran ventanal que se encontraba frente a mí.
“Vacía, quieta, fría.”
No podía llorar más, estaba cansada, perdida y hundida en un mundo en que no veía que encajase, quizás sería todo más fácil si abandonara, si decidiera acabar con todo esto de una vez.
“Si no existiera.
No tendría que decepcionar a nadie más, no tendría porque volverme a sentir estúpida, no tendría que volver a sufrir nunca más, ya nadie se avergonzaría de mí.”
Levanté la cabeza lentamente, observando la gente que se encontraba a mi alrededor; ojos húmedos, miradas perdidas, hombros hundidos, sonrisas apagadas. Pensé por un segundo lo que ocurriría si me levantase y me intentase matar con el Cutter que se encontraba en un pequeño bote acompañado de lápices y bolígrafos.
“Me levantaría y me acercaría lentamente, nadie podría sospechar lo que rondaría por mi cabeza, nadie sabría por qué lo hago. Lo cogería rápidamente y me cortaría las venas…
No, eso sería estúpido, estoy en un hospital no podría morir si sólo me corto las venas. ¿Una incisión en mi pecho? ¿Un corte a mi aorta? Era tan fácil decirlo, pero, mis piernas apenas se movían ante esos pensamientos.
¿Abandonarlo todo? ¿No se suponía que era fuerte? Que me escondía de los demás, que nadie me volvería a hacer daño.”
Bajé las piernas del asiento y me encaminé hacia la pequeña recepción sin vacilar, asombrada por mi pequeña muestra de valor repentina. No estaba dispuesta a sufrir más, simplemente no quería ver las caras de los demás a la hora de tener que cargar con mis estupideces.
Estaba a pocos pasos de encontrarme con el Cutter, a pocos pasos de decidir por cual de las dos opciones me decantaba, cual sería la menos dolorosa.
Mi mano rozó el frío granito de la repisa, mis ojos estaban clavados en el pequeño recipiente de metal donde se encontraba el arma, pero, me quedé paralizada, conteniendo las lágrimas e intentando calmar mi respiración.
-Boram. - Dijo una voz que se acercaba a mí.
Desvié mi mirada justo a tiempo para ver como Jonghyun me cogía de los brazos y me aplastaba contra su pecho en un abrazo.
-Por fin te encuentro.
Noté el tono de preocupación en su voz, como sus manos no vacilaban ni un segundo en acercarme más a su cuerpo, como su respiración comenzaba a turbarse.
-Lo sien… - Pero no me dejó terminar.
-No digas nada. - Jonghyun hundió su cabeza en mi pelo. - no podría haberme perdonado si ya no te volvía a ver, si mis ultimas palabra hubieran sido “esas”.
Lo abracé fuertemente y hundí mi cara en su pecho, intentando esconder las lágrimas que comenzaban a verterse de mis ojos.
-Jonghyun… - Intenté decir, pero él me apartó de su lado y me miró a los ojos mientras sostenía mi rostro con una de sus manos.
-Boram, nunca dejaré que te hagan daño… eres como una hermana para mí.
Me volvió a abrazar intentado consolarme, pero esta vez ya no lloraba, tenía la mirada perdida en el suelo, repitiendo una y otra vez las palabras que acababa de decir.
“Una hermana“
Debía de sentirme bien al escuchar esas palabras; No estaba enfadado conmigo, no me guardaba rencor, no había odio en sus ojos. Pero, entonces… ¿Por qué sentía como si me hubieran atravesado el corazón? ¿Cómo si todo por lo que estuviera viviendo se derrumbara frente a mí?
Porque, había comenzado a enamorarme de él.
Estaba inmersa en mis pensamientos, no reaccionaba a lo que ocurría a mi alrededor, cuando una enfermera se acercó a nosotros y empezó a hablarnos del estado de Dongwoon. Apenas presté atención a sus palabras, miraba de reojo a Jonghyun, observando como prestaba atención a las palabras de la enfermera.
Estaba asombrada conmigo misma, ¿Por qué él? ¿Por qué no otro? ¿Por qué me tendría que haber enamorado de alguien que vivía en la misma casa que yo y me consideraba solo “una hermana”?
La enfermera terminó de darnos el parte médico y se marchó con cierta prisa, a la par en que Jonghyun descubría que lo estaba mirando. Iba a apartar la mirada, cuando él se abalanzó sobre mí y me besó la frente.
-Todo está bien, vámonos a casa.
Ese beso podría haber significado algo, pero no si sabes que el único sentimiento que él le ponía era como al besar a una hermana menor.
-Nadie sabe que estabas aquí. - Dijo mientras caminábamos hasta la salida.
-¡ESPERA! - Dije parándome en seco. - ¿Y Dongwoon?
-¿Acaso no has escuchado a la enfermera?
Bajé la mirada hacia el suelo y un largo silencio se impuso entre los dos.
…
Estaba en una de las habitaciones del hospital, sentada frente a la cama de Dongwoon, él permanecía inconsciente, cubierto por las gasas y vendas.
Estábamos ahí desde hacia casi una hora, pero durante ese tiempo no se había despertado.
-Hay que volver a casa, sino se preocuparan…
-Quiero disculparme.
-¿Disculparte?
-Es una historia muy larga…
Hubo un incómodo silencio a continuación, pero el cual Jonghyun no tardó en romper.
-Puedes disculparte cuando la anestesia deje de hacerle efecto, pueden ser segundo, minutos u horas. Y sería oportuno avisar a su madre.
-No quiero dejarlo solo…
-Pero, Boram…
-¡VETE TÚ SI QUIERES!
Jonghyun se calló al instante, cogió su chaqueta y se la comenzó a colocar a medida que se apresuraba por salir de la habitación y cerrarla con un portazo tras de sí.
Cogí mi cabeza con ambas manos y la comencé a apretar lo máximo que podía.
“¿Cómo había sido tan estúpida? ¿Por qué no era capaz de controlarme y callarme de vez en cuando?”
Coloqué los pies en la silla para poder abrazarme a mí misma, aparté el pelo que me caía por la frente e intenté calmarme mientras observaba como Dongwoon descansaba después de este horrible día.
Capítulos:
jueves, 22 de julio de 2010
domingo, 11 de julio de 2010
Capítulo 19.
Parpadeé una vez, acto seguido me zafé de 144 y salí corriendo como nunca antes lo hubiera hecho, pensando en el futuro que tenía por delante, en las buenas experiencias que me esperaban, en los buenos recuerdos que tenía que crear.
No miré atrás, sino, hubiera vacilado y no habría sido capaz de seguir con ese ritmo. Notaba varias pisadas tras de mí, pero poco a poco fueron apagándose y dejando escuchar el silencio de la noche mezclado con mi agitada respiración.
No tenía un rumbo fijo, pero por alguna razón sentía hacia donde debía ir. No sentía mi cuerpo, era como si mis movimientos hubieran estado programados, mi cabeza pensaba en girar hacia la derecha, pero mi cuerpo reaccionaba de otra forma, guiándome sin parar un segundo, sentí como mi cuerpo se iba enfriando, como iba perdiendo todo contacto con la realidad, como la vista se iba nublando poco a poco, no comprendía lo que pasaba, pero llegué a ver a lo lejos una pequeña comisaría con las luces encendidas.
El resto fue todo muy confuso, estaba encerrada en mi cabeza, podía ver lo que ocurría, pero no era consciente de mis actos, no era capaz de dominarme.
-En el parque ***** un chico está siendo agredido, pidan una ambulancia.
Era mi voz, pero sin embargo no era capaz de reconocerla. Uno de los policías empezó a hablar por un teléfono que había en la comisaría, mientras que el otro se acercó a mí y comenzó a abordarme con miles de preguntas acerca de lo que les había dicho.
Respondí a las preguntas sin vacilar, mientras observaba como el otro policía se marchaba de la comisaría. Me giré en dirección al policía para observarlo de nuevo, se había levantado y ahora volvía había mí con una pequeña manta entre sus manos.
Intentó tranquilizarme, me aseguró de que no ocurriría nada, de que todo saldría bien.
Se alejó de mí y se adentró por una pequeña puerta que daba a otra habitación, diciendo que me traería algo de comer.
Me levanté intentando dominar mi cuerpo que aún seguía actuando de forma extraña, analicé toda la habitación con mi mirada y me acerqué a un pequeño espejo que había en una de las paredes. Cuando observé el reflejo que había frente a mí palidecí, no era lo que yo esperaba ver, no esperaba ver a aquel joven de nuevo frente a mí, mirándome fijamente con esos ojos tan oscuros como la noche, observándome desde otra parte.
Sentí como las fuerzas me fallaban, los parpados se volvían cada vez más pesados, las piernas apenas podían soportar mi peso, no pude evitar caer contra el frío suelo y desmayarme para caer dentro de un oscuro mundo de sueños, donde seguramente me volvería a encontrar con él.
Abrí los ojos rápidamente, la luz blanca me cegó por unos instantes, pero después de unos segundos pude apreciar lo que ocurría a mi alrededor, estaba en una camilla, con varios tubos de oxigeno metidos por mi nariz.
Me levanté a duras penas y me quité los tubos de la nariz, estaba completamente rodeada por una cortina de color blanco, pero seguía oyendo las voces de las personas que había tras esa cortina, la agarré con fuerza y tiré de ella.
Mis ojos bailaron por el sin fin de camillas y de médicos que se apresuraban de aquí para allá, intentando hacerse cargo de todos los pacientes. Comencé a caminar despacio alejándome de mi camilla, pero esta vez sintiendo cada paso que daba. Seguía llevando mi ropa -algo sucia por el barro y la hierva- pero nadie parecía darme demasiada importancia.
Mis ojos seguían estructurando la sala, hasta que pude observar algo que captó mi atención, me detuve inmediatamente y lo observé con los ojos entumecidos.
- Dongwoon… - Susurré mientras me acercaba más a la camilla en la que estaba tumbado y que los enfermeros se apresuraban en llevar a alguna parte.
Le habían roto la camiseta para observar mejor los cortes que tenía tanto en el abdomen como en los brazos -que no dejaban de sangrar abundantemente aunque los hubieran tapado con varias gasas- , le habían colocado una mascarilla de aire e intentaban por todos los medios mantenerle despierto.
Me acerqué más rápidamente a él, pero en ese momento parece ser que se dieron cuenta de mi presencia y una enfermera se apresuró en atenderme.
Empezó a hablar demasiado rápido y yo apenas podía apartar la mirada de Dongwoon y menos entenderla. La mujer me sujetó la cabeza y empezó a mover uno de sus dedos de un lado hacia otro.
-Estoy bien, estoy bien. - Dije mientras me sacudía las manos de la mujer. - lo conozco. -señalé hacia Dongwoon.- es mi amigo…
La mujer me miró con cara de lástima y después me indico la puerta de una de las salas de espera.
-Ahora tiene que ir a quirófano, tiene varias heridas leves y algunas graves, cuando termine la operación la avisaremos.
Y acto seguido la mujer desapareció en un mar de incertidumbre y locura que se alzaba frente a mí.
Me dirigí lentamente hasta la sala de espera, donde me senté en una de las sillas cercanas a una gran cristalera, en donde podías ver el exterior. La noche comenzaba a marcharse dejando paso a la luz de la mañana. Comencé a pensar en lo que ocurriría en casa, en cómo reaccionarían al no verme, al no saber donde estaba.
“¿Se preocuparían?”
Tenía mucho tiempo por delante, demasiado tiempo para poder pensar en todo lo ocurrido, no quería recordar, no quería enfrentarme a los hechos, no quería tener que asumir esa responsabilidad, pero sin embargo, esa era mi responsabilidad.
Me levanté de la silla y me dirigí hacia un pequeño mostrador donde se encontraban varias enfermeras -que se encargaban del papeleo-, le pedí amablemente a una de ellas si me dejarían hacer una llamada y después de mirarme de arriba abajo me tendió un teléfono de color blanco.
Me dirigí hasta una de las esquinas del mostrador con el teléfono en la mano y comencé a marcar el teléfono de casa.
Escuchaba como el teléfono comunicaba, cada sonido me desconcentraba más de lo que debía decir, las palabras no podían formarse dentro de mi cabeza.
“¿Cómo se lo explicaría todo? ¿Cómo podría decirles un error tan estúpido como ese? ¿Cómo podía decirles que por mi culpa alguien estaba de urgencias en el hospital?”
Alguien descolgó el teléfono, escuche una respiración tranquila acompañada de un pequeño bostezo. Sentí como los ojos comenzaban a volverse cada vez más húmedos, sentenciando que dentro de pocos segundos comenzaría a llorar.
-¿Diga? - Dijo una voz masculina y entonces supe quien era.
Tenía que contestar, pero tenía miedo de que cuando abriera la boca solo pudieran salir varios sollozos de ella.
Pasaron unos segundos hasta que abrí lentamente la boca, pero de ella sólo salió el sonido de una respiración muy desbocada.
- S-soy… yo. -Dije mientras intentaba contener las lágrimas. - estoy en el hospital…
No miré atrás, sino, hubiera vacilado y no habría sido capaz de seguir con ese ritmo. Notaba varias pisadas tras de mí, pero poco a poco fueron apagándose y dejando escuchar el silencio de la noche mezclado con mi agitada respiración.
No tenía un rumbo fijo, pero por alguna razón sentía hacia donde debía ir. No sentía mi cuerpo, era como si mis movimientos hubieran estado programados, mi cabeza pensaba en girar hacia la derecha, pero mi cuerpo reaccionaba de otra forma, guiándome sin parar un segundo, sentí como mi cuerpo se iba enfriando, como iba perdiendo todo contacto con la realidad, como la vista se iba nublando poco a poco, no comprendía lo que pasaba, pero llegué a ver a lo lejos una pequeña comisaría con las luces encendidas.
El resto fue todo muy confuso, estaba encerrada en mi cabeza, podía ver lo que ocurría, pero no era consciente de mis actos, no era capaz de dominarme.
-En el parque ***** un chico está siendo agredido, pidan una ambulancia.
Era mi voz, pero sin embargo no era capaz de reconocerla. Uno de los policías empezó a hablar por un teléfono que había en la comisaría, mientras que el otro se acercó a mí y comenzó a abordarme con miles de preguntas acerca de lo que les había dicho.
Respondí a las preguntas sin vacilar, mientras observaba como el otro policía se marchaba de la comisaría. Me giré en dirección al policía para observarlo de nuevo, se había levantado y ahora volvía había mí con una pequeña manta entre sus manos.
Intentó tranquilizarme, me aseguró de que no ocurriría nada, de que todo saldría bien.
Se alejó de mí y se adentró por una pequeña puerta que daba a otra habitación, diciendo que me traería algo de comer.
Me levanté intentando dominar mi cuerpo que aún seguía actuando de forma extraña, analicé toda la habitación con mi mirada y me acerqué a un pequeño espejo que había en una de las paredes. Cuando observé el reflejo que había frente a mí palidecí, no era lo que yo esperaba ver, no esperaba ver a aquel joven de nuevo frente a mí, mirándome fijamente con esos ojos tan oscuros como la noche, observándome desde otra parte.
Sentí como las fuerzas me fallaban, los parpados se volvían cada vez más pesados, las piernas apenas podían soportar mi peso, no pude evitar caer contra el frío suelo y desmayarme para caer dentro de un oscuro mundo de sueños, donde seguramente me volvería a encontrar con él.
Abrí los ojos rápidamente, la luz blanca me cegó por unos instantes, pero después de unos segundos pude apreciar lo que ocurría a mi alrededor, estaba en una camilla, con varios tubos de oxigeno metidos por mi nariz.
Me levanté a duras penas y me quité los tubos de la nariz, estaba completamente rodeada por una cortina de color blanco, pero seguía oyendo las voces de las personas que había tras esa cortina, la agarré con fuerza y tiré de ella.
Mis ojos bailaron por el sin fin de camillas y de médicos que se apresuraban de aquí para allá, intentando hacerse cargo de todos los pacientes. Comencé a caminar despacio alejándome de mi camilla, pero esta vez sintiendo cada paso que daba. Seguía llevando mi ropa -algo sucia por el barro y la hierva- pero nadie parecía darme demasiada importancia.
Mis ojos seguían estructurando la sala, hasta que pude observar algo que captó mi atención, me detuve inmediatamente y lo observé con los ojos entumecidos.
- Dongwoon… - Susurré mientras me acercaba más a la camilla en la que estaba tumbado y que los enfermeros se apresuraban en llevar a alguna parte.
Le habían roto la camiseta para observar mejor los cortes que tenía tanto en el abdomen como en los brazos -que no dejaban de sangrar abundantemente aunque los hubieran tapado con varias gasas- , le habían colocado una mascarilla de aire e intentaban por todos los medios mantenerle despierto.
Me acerqué más rápidamente a él, pero en ese momento parece ser que se dieron cuenta de mi presencia y una enfermera se apresuró en atenderme.
Empezó a hablar demasiado rápido y yo apenas podía apartar la mirada de Dongwoon y menos entenderla. La mujer me sujetó la cabeza y empezó a mover uno de sus dedos de un lado hacia otro.
-Estoy bien, estoy bien. - Dije mientras me sacudía las manos de la mujer. - lo conozco. -señalé hacia Dongwoon.- es mi amigo…
La mujer me miró con cara de lástima y después me indico la puerta de una de las salas de espera.
-Ahora tiene que ir a quirófano, tiene varias heridas leves y algunas graves, cuando termine la operación la avisaremos.
Y acto seguido la mujer desapareció en un mar de incertidumbre y locura que se alzaba frente a mí.
Me dirigí lentamente hasta la sala de espera, donde me senté en una de las sillas cercanas a una gran cristalera, en donde podías ver el exterior. La noche comenzaba a marcharse dejando paso a la luz de la mañana. Comencé a pensar en lo que ocurriría en casa, en cómo reaccionarían al no verme, al no saber donde estaba.
“¿Se preocuparían?”
Tenía mucho tiempo por delante, demasiado tiempo para poder pensar en todo lo ocurrido, no quería recordar, no quería enfrentarme a los hechos, no quería tener que asumir esa responsabilidad, pero sin embargo, esa era mi responsabilidad.
Me levanté de la silla y me dirigí hacia un pequeño mostrador donde se encontraban varias enfermeras -que se encargaban del papeleo-, le pedí amablemente a una de ellas si me dejarían hacer una llamada y después de mirarme de arriba abajo me tendió un teléfono de color blanco.
Me dirigí hasta una de las esquinas del mostrador con el teléfono en la mano y comencé a marcar el teléfono de casa.
Escuchaba como el teléfono comunicaba, cada sonido me desconcentraba más de lo que debía decir, las palabras no podían formarse dentro de mi cabeza.
“¿Cómo se lo explicaría todo? ¿Cómo podría decirles un error tan estúpido como ese? ¿Cómo podía decirles que por mi culpa alguien estaba de urgencias en el hospital?”
Alguien descolgó el teléfono, escuche una respiración tranquila acompañada de un pequeño bostezo. Sentí como los ojos comenzaban a volverse cada vez más húmedos, sentenciando que dentro de pocos segundos comenzaría a llorar.
-¿Diga? - Dijo una voz masculina y entonces supe quien era.
Tenía que contestar, pero tenía miedo de que cuando abriera la boca solo pudieran salir varios sollozos de ella.
Pasaron unos segundos hasta que abrí lentamente la boca, pero de ella sólo salió el sonido de una respiración muy desbocada.
- S-soy… yo. -Dije mientras intentaba contener las lágrimas. - estoy en el hospital…
viernes, 2 de julio de 2010
Capítulo 18.
“Morir no es fácil, el cuerpo está diseñado para estar vivo; cráneos recios, corazones fuertes, sentidos agudos… cuando el cuerpo comienza a fallar entran en juego otros factores…
Vivir es mejor que morir, …hasta que deja de serlo, pero, aunque dejar morir a una persona sea lo correcto, algunas personas no están hechas para eso, no les gusta perder y la muerte es como perder. Aun cuando sabemos que no lo es, sabemos que ha llegado la hora y que esta bien.”
-¡CORRE! - Vuelve a gritarme, interponiéndose entre ellos y yo.
Estoy paralizada, el miedo ha hecho que no pueda moverme. Descanso sobre la hierva con 144 en mi regazo, él clava sus uñas en mis muslos, pero, eso sigue sin ser suficiente para poder salir de aquel trance.
-¿¡QUIERES MORIR!?
Su voz suena rasgada, acaba de caer frente a mí, una barra de metal lo acaba de golpear, tirado sobre la hierva que nos rodea hace todo lo posible por levantarse. Mira hacia atrás, sus ojos oscuros se encuentran con los míos, una mirada llena de impotencia y de dolor.
-¡VETE!
Las palabras resuenan en mi cabeza y me hacen despertar, no esta en juego mi vida, no esta en juego mi seguridad, personas que esperan a sus familiares en casa, personas que tienen que enfrentarse a las malas noticias, personas que hacen lo posible por no derrumbarse frente al dolor…
Debía levantarme, debía ser útil, no por mí, sino por él… por Dongwoon.
Tres horas antes.
Mi cuerpo está apoyado en la pared de ladrillos que da a la ventana de mi habitación, sentada sobre el suelo de metal, dejando que la fría brisa de la noche me acune, dejando que el silencio de la noche me tranquilice, que llene el vacío de mi interior con la tranquilidad del momento.
Me pican los ojos, y por más que intente dejar caer las lágrimas no puedo… , no puedo dejar derramar ni una lágrima más. Poso los brazos en las rodillas y dejo descansar mi cabeza sobre ellos, levanto ligeramente la vista, dejando vagar a mis ojos por el paisaje que permanece frente a mí.
- La luna esta llena… - Susurro para mí.
Un ligero maullido capta mi atención, haciendo que mis ojos bajen rápidamente hacia el suelo, donde encuentro una pequeña mancha borrosa, froto con suavidad mis ojos y vuelvo a mirar en esa dirección, donde me encuentro a un pequeño gato de color banco y negro.
-144.…
Me levanto lentamente, ayudándome de la barandilla que había en las escaleras de emergencias, sin dejar de mirar al gato que caminaba con dirección a alguna parte, comienzo a bajar las escaleras sin pensar en nada más, como si no hubiera nada más en el mundo, como si nada más me esperase en ninguna parte. Caminé durante algunos minutos detrás de él, parecía que me estuviera enseñando el camino a alguna parte, ya que no paraba de mirar hacia atrás para asegurarse de que estaba ahí.
Por alguna razón no pensaba en el después, no pensaba en como volver a casa, porque quizás… no quería volver.
Aparecí frente a un pequeño río que separaba las afueras de la ciudad, miré a mi alrededor, nunca había estado ahí, no me sabía el camino de vuelta, pero, por alguna razón no estaba preocupada, divisé de nuevo al gato, que caminaba por la hierba en dirección a los bajos de uno de los puentes que permitía cruzar hacia el otro lado. Lo seguí sin pensármelo demasiado, con la mente nublada, solo con aquellas palabras que me desgarraban por dentro, evitando que pudiera pensar racionalmente.
“¡¿Esta es la forma en la que puedo confiar en ti?! ¡¿Con la cual no me decepcionaras?!”
Avancé hasta que vi al gato sentado frente a la pared del puente, frente a él había un pequeño jarrón cubierto por flores que comenzaban a secarse, una figurita que parecía contener varias letras en Han Gül y una pequeña foto cubierta por el polvo y la suciedad. Me agaché lentamente y cogí con cuidado la foto que había allí, pero, cuando mis dedos rozaron el cristal de la foto mi vista se nubló, comencé a ver varias imágenes sin sentido: una pelea, un joven rodeado, risas, sangre, un cuchillo que se acercaba lentamente hacia mí, pero justo en el momento cuando se suponía que debía sentir el dolor alguien dejó caer su mano sobre uno de mis hombros.
Recuperé la visión de golpe y mientras me giraba para ver a la persona que estaba tras de mí deje escapar un grito ahogado. Me tapé la boca con ambas manos, mientras seguía mirando a la persona que se alzaba frente a mí.
Era un chico, que me miraba implacable con los ojos clavados en los míos, esbozó media sonrisa, que no pude evitar comparar con las sonrisas a las que me había acostumbrado Jonghyun.
- Vete… - Susurró su débil voz.
No pude evitar mirarle con miedo, no tenía respuestas, pero algo dentro de mí me advertía, me decía que algo iba mal, me aseguraba que el chico que estaba frente a mí era el mismo que había visto momentos antes, rodeado, sufriendo mientras lo rodeaban y jugaban con él. Recordé el momento en que la navaja tendría que haber cortado mi carne, bajé la mirada y vi una pequeña mancha de sangre en la sudadera que llevaba, lo observé de arriba abajo mientras intentaba controlar mi expresión de terror, tenía el cuerpo cubierto por sangre y moratones.
- Vete. - Volvió a repetir en un suspiro.
Alcé la vista en un segundo, alertada por sus palabras, quería decir algo, pero el miedo me lo impedía, no podía moverme del sitio, no podía hacer nada más que respirar de forma agitada rezando en mi interior porque todo esto sólo fuero un sueño.
La figura que había frente a mí se giró lentamente para mirar algo y después desapareció como si nunca hubiera estado ahí.
-¿¡Qué haces tú ahí!?
Me giré de nuevo asustada, pero, vi frente a mi a Dongwoon que me miraba con una expresión extrañada.
-Y-yo… - Conseguí balbucear.
-¿Has venido a verle…? - Dijo extrañado mientras se acercaba lentamente a mí.
Pasó por mi lado pero me ignoró, comenzó a retirar las flores que estaban medio marchitadas y las cambió por unas nuevas que tenía en su regazo. Cuando acabó de cambiar las flores cogió la foto que momentos antes yo había rozado, y en un acto reflejo me levanté del suelo y retrocedí varios pasos.
-No…
Dongwoon me miró mientras fruncía un poco el ceño, parecía molesto por mi presencia, pero en esos momentos yo no era capaz de pensar más que en los momentos que antes había vivido. Dejó la fotografía donde antes había estado y pude ver el rostro del chico que antes había estado frente a mí, sonriente, feliz…
-No esperaba que te contaran acerca de este sitio. - Susurró Dongwoon mientras acariciaba lentamente a 144.
Pasaron unos segundos hasta que él se giró para mirarme fijamente, una expresión mezclada entre sufrimiento, lástima e incredulidad se dibujó en su rostro.
-¿Por qué estás aquí?
-Yo… - Susurré, pero no fui capaz de decir nada coherente.
Dongwoon se volvió a girar para mirar el pequeño santuario que había frente a nosotros, escuche como respiraba hondo e intentaba ahogar un pequeño suspiro.
-Nadie esperaba que algo así pudiera ocurrir, Yoseob el alumno ejemplar, que no causaba problemas… nadie se esperaba que muriera tan joven.
Podía sentir el sufrimiento de Dongwoon, pero , no era capar de articular palabra, quería salir de allí cuanto antes, quería irme a casa, quería despertar de este mal sueño.
-Nadie debería morir a los 17 años…
-Yo… - Susurré, pero él no se giró para mirarme. - yo, no sé volver a casa… -Dije al fin.
Pareció un poco duro y brusco, que alguien te este expresando sus sentimientos de dolor y tú ni siquiera seas capaz de intentar aparentar interés, pena… Yo no era una persona hecha para consolar a los demás, no era capaz de ponerme en su lugar e intentar sentir lo que él sentía.
Dongwoon se levantó lentamente, se giró y se quedó observándome, clavando sus ojos en los míos.
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
Baje la mirada lentamente y me encontré con el pequeño gato, que no paraba de moverse de entre los pies de su amo.
-Suena estúpido, pero, me ha traído él… - Dije señalando a su mascota.
Dongwoon bajó la mirada, una pequeña sonrisa se dibujó en su cara y mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón dejó escapar un débil suspiro.
Parecía más relajado, pero, en un segundo se volvió a tensar completamente, justo mientras sonaban unas débiles risas en la lejanía.
-Ven aquí. - Susurró Dongwoon mientras me acercó a él de un solo tirón.
-¿¡Qué haces?! - Pregunté mientras intentaba soltarme.
Pero él se apresuró a taparme la boca con una de sus manos y a señalarme con la otra que debía guardar silencio. Algo que yo no hice, en lugar de eso le golpeé en el costado con uno de mis codos y conseguí liberarme. Escuché el débil gemido que había salido por la boca de Dongwoon, pero yo no me paré, salí corriendo para alejarme de ese lugar, no sabía a donde iba, no sabía si él me estaba siguiendo…
Escuché como una voz avisaba a alguien de mi presencia. Estaba a punto de salir de la hierba que rodeaba el río cuando me giré para ver de donde procedían esas voces, y entonces los vi.
Un escalofrío recorrió toda mi columna, acompañado de una sensación de terror, retrocedí varios pasos, pero, ellos ya me habían visto.
-¿A quién tenemos ahí? - Preguntó uno de ellos mientras se acercaban más a mí.
Busqué con la mirada algún sitio por donde escapar, algún indicio de vida más allá de los presentes, pero no había nada, estaba sola.
Retrocedí más para poder echar a correr, pero al parecer ellos se dieron cuenta de mis intenciones y comenzaron a separase para poder rodearme. Yo seguí andando hacia atrás de forma inconsciente, mientras pensaba en la forma de escapar, en lo que pasaría si no conseguía, en lo que me harían…
-¡¡¡CORRE!!! - Chilla alguien detrás de mí.
Me giro en un acto reflejo, para poder ver de quién es esa voz. Corre, no huye del peligro sino que se acerca lo más rápido que puede hacia mí, para ayudarme, para salvarme.
Me apresuré para echar a correr por fin, pero algo se enredó en mis pies y caí al suelo, miré asustada y enfada hacia aquello que se me clavaba en la pierna.
-Estúpido gato. - Susurré para mí.
Pero cuando fui a ponerme de pie miré hacia atrás, estaban demasiado cerca, demasiado como para poder huir. Algo brillante captó mi atención, y de nuevo otro escalofrío recorrió mi espalda.
Era la misma navaja que había visto antes, la misma que me tendría que haber cortado la piel.
-¡CORRE! - Vuelve a gritarme, interponiéndose entre ellos y yo.
Estoy paralizada, el miedo ha hecho que no pueda moverme. Descanso sobre la hierva con 144 en mi regazo, él clava sus uñas en mis muslos, pero, eso sigue sin ser suficiente para poder salir de aquel trance.
-¿¡QUIERES MORIR!?
Su voz suena rasgada, acaba de caer frente a mí, una barra de metal lo acaba de golpear, tirado sobre la hierva que nos rodea hace todo lo posible por levantarse. Mira hacia atrás, sus ojos oscuros se encuentran con los míos, una mirada llena de impotencia y de dolor.
-¡VETE!
Las palabras resuenan en mi cabeza y me hacen despertar, no esta en juego mi vida, no esta en juego mi seguridad, personas que esperan a sus familiares en casa, personas que tienen que enfrentarse a las malas noticias, personas que hacen lo posible por no derrumbarse frente al dolor…
Debía levantarme, debía ser útil, no por mí, sino por él… por Dongwoon.
Vivir es mejor que morir, …hasta que deja de serlo, pero, aunque dejar morir a una persona sea lo correcto, algunas personas no están hechas para eso, no les gusta perder y la muerte es como perder. Aun cuando sabemos que no lo es, sabemos que ha llegado la hora y que esta bien.”
-¡CORRE! - Vuelve a gritarme, interponiéndose entre ellos y yo.
Estoy paralizada, el miedo ha hecho que no pueda moverme. Descanso sobre la hierva con 144 en mi regazo, él clava sus uñas en mis muslos, pero, eso sigue sin ser suficiente para poder salir de aquel trance.
-¿¡QUIERES MORIR!?
Su voz suena rasgada, acaba de caer frente a mí, una barra de metal lo acaba de golpear, tirado sobre la hierva que nos rodea hace todo lo posible por levantarse. Mira hacia atrás, sus ojos oscuros se encuentran con los míos, una mirada llena de impotencia y de dolor.
-¡VETE!
Las palabras resuenan en mi cabeza y me hacen despertar, no esta en juego mi vida, no esta en juego mi seguridad, personas que esperan a sus familiares en casa, personas que tienen que enfrentarse a las malas noticias, personas que hacen lo posible por no derrumbarse frente al dolor…
Debía levantarme, debía ser útil, no por mí, sino por él… por Dongwoon.
Tres horas antes.
Mi cuerpo está apoyado en la pared de ladrillos que da a la ventana de mi habitación, sentada sobre el suelo de metal, dejando que la fría brisa de la noche me acune, dejando que el silencio de la noche me tranquilice, que llene el vacío de mi interior con la tranquilidad del momento.
Me pican los ojos, y por más que intente dejar caer las lágrimas no puedo… , no puedo dejar derramar ni una lágrima más. Poso los brazos en las rodillas y dejo descansar mi cabeza sobre ellos, levanto ligeramente la vista, dejando vagar a mis ojos por el paisaje que permanece frente a mí.
- La luna esta llena… - Susurro para mí.
Un ligero maullido capta mi atención, haciendo que mis ojos bajen rápidamente hacia el suelo, donde encuentro una pequeña mancha borrosa, froto con suavidad mis ojos y vuelvo a mirar en esa dirección, donde me encuentro a un pequeño gato de color banco y negro.
-144.…
Me levanto lentamente, ayudándome de la barandilla que había en las escaleras de emergencias, sin dejar de mirar al gato que caminaba con dirección a alguna parte, comienzo a bajar las escaleras sin pensar en nada más, como si no hubiera nada más en el mundo, como si nada más me esperase en ninguna parte. Caminé durante algunos minutos detrás de él, parecía que me estuviera enseñando el camino a alguna parte, ya que no paraba de mirar hacia atrás para asegurarse de que estaba ahí.
Por alguna razón no pensaba en el después, no pensaba en como volver a casa, porque quizás… no quería volver.
Aparecí frente a un pequeño río que separaba las afueras de la ciudad, miré a mi alrededor, nunca había estado ahí, no me sabía el camino de vuelta, pero, por alguna razón no estaba preocupada, divisé de nuevo al gato, que caminaba por la hierba en dirección a los bajos de uno de los puentes que permitía cruzar hacia el otro lado. Lo seguí sin pensármelo demasiado, con la mente nublada, solo con aquellas palabras que me desgarraban por dentro, evitando que pudiera pensar racionalmente.
“¡¿Esta es la forma en la que puedo confiar en ti?! ¡¿Con la cual no me decepcionaras?!”
Avancé hasta que vi al gato sentado frente a la pared del puente, frente a él había un pequeño jarrón cubierto por flores que comenzaban a secarse, una figurita que parecía contener varias letras en Han Gül y una pequeña foto cubierta por el polvo y la suciedad. Me agaché lentamente y cogí con cuidado la foto que había allí, pero, cuando mis dedos rozaron el cristal de la foto mi vista se nubló, comencé a ver varias imágenes sin sentido: una pelea, un joven rodeado, risas, sangre, un cuchillo que se acercaba lentamente hacia mí, pero justo en el momento cuando se suponía que debía sentir el dolor alguien dejó caer su mano sobre uno de mis hombros.
Recuperé la visión de golpe y mientras me giraba para ver a la persona que estaba tras de mí deje escapar un grito ahogado. Me tapé la boca con ambas manos, mientras seguía mirando a la persona que se alzaba frente a mí.
Era un chico, que me miraba implacable con los ojos clavados en los míos, esbozó media sonrisa, que no pude evitar comparar con las sonrisas a las que me había acostumbrado Jonghyun.
- Vete… - Susurró su débil voz.
No pude evitar mirarle con miedo, no tenía respuestas, pero algo dentro de mí me advertía, me decía que algo iba mal, me aseguraba que el chico que estaba frente a mí era el mismo que había visto momentos antes, rodeado, sufriendo mientras lo rodeaban y jugaban con él. Recordé el momento en que la navaja tendría que haber cortado mi carne, bajé la mirada y vi una pequeña mancha de sangre en la sudadera que llevaba, lo observé de arriba abajo mientras intentaba controlar mi expresión de terror, tenía el cuerpo cubierto por sangre y moratones.
- Vete. - Volvió a repetir en un suspiro.
Alcé la vista en un segundo, alertada por sus palabras, quería decir algo, pero el miedo me lo impedía, no podía moverme del sitio, no podía hacer nada más que respirar de forma agitada rezando en mi interior porque todo esto sólo fuero un sueño.
La figura que había frente a mí se giró lentamente para mirar algo y después desapareció como si nunca hubiera estado ahí.
-¿¡Qué haces tú ahí!?
Me giré de nuevo asustada, pero, vi frente a mi a Dongwoon que me miraba con una expresión extrañada.
-Y-yo… - Conseguí balbucear.
-¿Has venido a verle…? - Dijo extrañado mientras se acercaba lentamente a mí.
Pasó por mi lado pero me ignoró, comenzó a retirar las flores que estaban medio marchitadas y las cambió por unas nuevas que tenía en su regazo. Cuando acabó de cambiar las flores cogió la foto que momentos antes yo había rozado, y en un acto reflejo me levanté del suelo y retrocedí varios pasos.
-No…
Dongwoon me miró mientras fruncía un poco el ceño, parecía molesto por mi presencia, pero en esos momentos yo no era capaz de pensar más que en los momentos que antes había vivido. Dejó la fotografía donde antes había estado y pude ver el rostro del chico que antes había estado frente a mí, sonriente, feliz…
-No esperaba que te contaran acerca de este sitio. - Susurró Dongwoon mientras acariciaba lentamente a 144.
Pasaron unos segundos hasta que él se giró para mirarme fijamente, una expresión mezclada entre sufrimiento, lástima e incredulidad se dibujó en su rostro.
-¿Por qué estás aquí?
-Yo… - Susurré, pero no fui capaz de decir nada coherente.
Dongwoon se volvió a girar para mirar el pequeño santuario que había frente a nosotros, escuche como respiraba hondo e intentaba ahogar un pequeño suspiro.
-Nadie esperaba que algo así pudiera ocurrir, Yoseob el alumno ejemplar, que no causaba problemas… nadie se esperaba que muriera tan joven.
Podía sentir el sufrimiento de Dongwoon, pero , no era capar de articular palabra, quería salir de allí cuanto antes, quería irme a casa, quería despertar de este mal sueño.
-Nadie debería morir a los 17 años…
-Yo… - Susurré, pero él no se giró para mirarme. - yo, no sé volver a casa… -Dije al fin.
Pareció un poco duro y brusco, que alguien te este expresando sus sentimientos de dolor y tú ni siquiera seas capaz de intentar aparentar interés, pena… Yo no era una persona hecha para consolar a los demás, no era capaz de ponerme en su lugar e intentar sentir lo que él sentía.
Dongwoon se levantó lentamente, se giró y se quedó observándome, clavando sus ojos en los míos.
-¿Cómo has llegado hasta aquí?
Baje la mirada lentamente y me encontré con el pequeño gato, que no paraba de moverse de entre los pies de su amo.
-Suena estúpido, pero, me ha traído él… - Dije señalando a su mascota.
Dongwoon bajó la mirada, una pequeña sonrisa se dibujó en su cara y mientras metía las manos en los bolsillos de su pantalón dejó escapar un débil suspiro.
Parecía más relajado, pero, en un segundo se volvió a tensar completamente, justo mientras sonaban unas débiles risas en la lejanía.
-Ven aquí. - Susurró Dongwoon mientras me acercó a él de un solo tirón.
-¿¡Qué haces?! - Pregunté mientras intentaba soltarme.
Pero él se apresuró a taparme la boca con una de sus manos y a señalarme con la otra que debía guardar silencio. Algo que yo no hice, en lugar de eso le golpeé en el costado con uno de mis codos y conseguí liberarme. Escuché el débil gemido que había salido por la boca de Dongwoon, pero yo no me paré, salí corriendo para alejarme de ese lugar, no sabía a donde iba, no sabía si él me estaba siguiendo…
Escuché como una voz avisaba a alguien de mi presencia. Estaba a punto de salir de la hierba que rodeaba el río cuando me giré para ver de donde procedían esas voces, y entonces los vi.
Un escalofrío recorrió toda mi columna, acompañado de una sensación de terror, retrocedí varios pasos, pero, ellos ya me habían visto.
-¿A quién tenemos ahí? - Preguntó uno de ellos mientras se acercaban más a mí.
Busqué con la mirada algún sitio por donde escapar, algún indicio de vida más allá de los presentes, pero no había nada, estaba sola.
Retrocedí más para poder echar a correr, pero al parecer ellos se dieron cuenta de mis intenciones y comenzaron a separase para poder rodearme. Yo seguí andando hacia atrás de forma inconsciente, mientras pensaba en la forma de escapar, en lo que pasaría si no conseguía, en lo que me harían…
-¡¡¡CORRE!!! - Chilla alguien detrás de mí.
Me giro en un acto reflejo, para poder ver de quién es esa voz. Corre, no huye del peligro sino que se acerca lo más rápido que puede hacia mí, para ayudarme, para salvarme.
Me apresuré para echar a correr por fin, pero algo se enredó en mis pies y caí al suelo, miré asustada y enfada hacia aquello que se me clavaba en la pierna.
-Estúpido gato. - Susurré para mí.
Pero cuando fui a ponerme de pie miré hacia atrás, estaban demasiado cerca, demasiado como para poder huir. Algo brillante captó mi atención, y de nuevo otro escalofrío recorrió mi espalda.
Era la misma navaja que había visto antes, la misma que me tendría que haber cortado la piel.
-¡CORRE! - Vuelve a gritarme, interponiéndose entre ellos y yo.
Estoy paralizada, el miedo ha hecho que no pueda moverme. Descanso sobre la hierva con 144 en mi regazo, él clava sus uñas en mis muslos, pero, eso sigue sin ser suficiente para poder salir de aquel trance.
-¿¡QUIERES MORIR!?
Su voz suena rasgada, acaba de caer frente a mí, una barra de metal lo acaba de golpear, tirado sobre la hierva que nos rodea hace todo lo posible por levantarse. Mira hacia atrás, sus ojos oscuros se encuentran con los míos, una mirada llena de impotencia y de dolor.
-¡VETE!
Las palabras resuenan en mi cabeza y me hacen despertar, no esta en juego mi vida, no esta en juego mi seguridad, personas que esperan a sus familiares en casa, personas que tienen que enfrentarse a las malas noticias, personas que hacen lo posible por no derrumbarse frente al dolor…
Debía levantarme, debía ser útil, no por mí, sino por él… por Dongwoon.
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