domingo, 11 de julio de 2010

Capítulo 19.

Parpadeé una vez, acto seguido me zafé de 144 y salí corriendo como nunca antes lo hubiera hecho, pensando en el futuro que tenía por delante, en las buenas experiencias que me esperaban, en los buenos recuerdos que tenía que crear.
No miré atrás, sino, hubiera vacilado y no habría sido capaz de seguir con ese ritmo. Notaba varias pisadas tras de mí, pero poco a poco fueron apagándose y dejando escuchar el silencio de la noche mezclado con mi agitada respiración.
No tenía un rumbo fijo, pero por alguna razón sentía hacia donde debía ir. No sentía mi cuerpo, era como si mis movimientos hubieran estado programados, mi cabeza pensaba en girar hacia la derecha, pero mi cuerpo reaccionaba de otra forma, guiándome sin parar un segundo, sentí como mi cuerpo se iba enfriando, como iba perdiendo todo contacto con la realidad, como la vista se iba nublando poco a poco, no comprendía lo que pasaba, pero llegué a ver a lo lejos una pequeña comisaría con las luces encendidas.
El resto fue todo muy confuso, estaba encerrada en mi cabeza, podía ver lo que ocurría, pero no era consciente de mis actos, no era capaz de dominarme.

-En el parque ***** un chico está siendo agredido, pidan una ambulancia.

Era mi voz, pero sin embargo no era capaz de reconocerla. Uno de los policías empezó a hablar por un teléfono que había en la comisaría, mientras que el otro se acercó a mí y comenzó a abordarme con miles de preguntas acerca de lo que les había dicho.
Respondí a las preguntas sin vacilar, mientras observaba como el otro policía se marchaba de la comisaría. Me giré en dirección al policía para observarlo de nuevo, se había levantado y ahora volvía había mí con una pequeña manta entre sus manos.
Intentó tranquilizarme, me aseguró de que no ocurriría nada, de que todo saldría bien.
Se alejó de mí y se adentró por una pequeña puerta que daba a otra habitación, diciendo que me traería algo de comer.
Me levanté intentando dominar mi cuerpo que aún seguía actuando de forma extraña, analicé toda la habitación con mi mirada y me acerqué a un pequeño espejo que había en una de las paredes. Cuando observé el reflejo que había frente a mí palidecí, no era lo que yo esperaba ver, no esperaba ver a aquel joven de nuevo frente a mí, mirándome fijamente con esos ojos tan oscuros como la noche, observándome desde otra parte.
Sentí como las fuerzas me fallaban, los parpados se volvían cada vez más pesados, las piernas apenas podían soportar mi peso, no pude evitar caer contra el frío suelo y desmayarme para caer dentro de un oscuro mundo de sueños, donde seguramente me volvería a encontrar con él.

Abrí los ojos rápidamente, la luz blanca me cegó por unos instantes, pero después de unos segundos pude apreciar lo que ocurría a mi alrededor, estaba en una camilla, con varios tubos de oxigeno metidos por mi nariz.
Me levanté a duras penas y me quité los tubos de la nariz, estaba completamente rodeada por una cortina de color blanco, pero seguía oyendo las voces de las personas que había tras esa cortina, la agarré con fuerza y tiré de ella.
Mis ojos bailaron por el sin fin de camillas y de médicos que se apresuraban de aquí para allá, intentando hacerse cargo de todos los pacientes. Comencé a caminar despacio alejándome de mi camilla, pero esta vez sintiendo cada paso que daba. Seguía llevando mi ropa -algo sucia por el barro y la hierva- pero nadie parecía darme demasiada importancia.
Mis ojos seguían estructurando la sala, hasta que pude observar algo que captó mi atención, me detuve inmediatamente y lo observé con los ojos entumecidos.

- Dongwoon… - Susurré mientras me acercaba más a la camilla en la que estaba tumbado y que los enfermeros se apresuraban en llevar a alguna parte.

Le habían roto la camiseta para observar mejor los cortes que tenía tanto en el abdomen como en los brazos -que no dejaban de sangrar abundantemente aunque los hubieran tapado con varias gasas- , le habían colocado una mascarilla de aire e intentaban por todos los medios mantenerle despierto.
Me acerqué más rápidamente a él, pero en ese momento parece ser que se dieron cuenta de mi presencia y una enfermera se apresuró en atenderme.
Empezó a hablar demasiado rápido y yo apenas podía apartar la mirada de Dongwoon y menos entenderla. La mujer me sujetó la cabeza y empezó a mover uno de sus dedos de un lado hacia otro.

-Estoy bien, estoy bien. - Dije mientras me sacudía las manos de la mujer. - lo conozco. -señalé hacia Dongwoon.- es mi amigo…

La mujer me miró con cara de lástima y después me indico la puerta de una de las salas de espera.

-Ahora tiene que ir a quirófano, tiene varias heridas leves y algunas graves, cuando termine la operación la avisaremos.

Y acto seguido la mujer desapareció en un mar de incertidumbre y locura que se alzaba frente a mí.
Me dirigí lentamente hasta la sala de espera, donde me senté en una de las sillas cercanas a una gran cristalera, en donde podías ver el exterior. La noche comenzaba a marcharse dejando paso a la luz de la mañana. Comencé a pensar en lo que ocurriría en casa, en cómo reaccionarían al no verme, al no saber donde estaba.

“¿Se preocuparían?”

Tenía mucho tiempo por delante, demasiado tiempo para poder pensar en todo lo ocurrido, no quería recordar, no quería enfrentarme a los hechos, no quería tener que asumir esa responsabilidad, pero sin embargo, esa era mi responsabilidad.
Me levanté de la silla y me dirigí hacia un pequeño mostrador donde se encontraban varias enfermeras -que se encargaban del papeleo-, le pedí amablemente a una de ellas si me dejarían hacer una llamada y después de mirarme de arriba abajo me tendió un teléfono de color blanco.
Me dirigí hasta una de las esquinas del mostrador con el teléfono en la mano y comencé a marcar el teléfono de casa.
Escuchaba como el teléfono comunicaba, cada sonido me desconcentraba más de lo que debía decir, las palabras no podían formarse dentro de mi cabeza.

“¿Cómo se lo explicaría todo? ¿Cómo podría decirles un error tan estúpido como ese? ¿Cómo podía decirles que por mi culpa alguien estaba de urgencias en el hospital?”

Alguien descolgó el teléfono, escuche una respiración tranquila acompañada de un pequeño bostezo. Sentí como los ojos comenzaban a volverse cada vez más húmedos, sentenciando que dentro de pocos segundos comenzaría a llorar.

-¿Diga? - Dijo una voz masculina y entonces supe quien era.

Tenía que contestar, pero tenía miedo de que cuando abriera la boca solo pudieran salir varios sollozos de ella.
Pasaron unos segundos hasta que abrí lentamente la boca, pero de ella sólo salió el sonido de una respiración muy desbocada.

- S-soy… yo. -Dije mientras intentaba contener las lágrimas. - estoy en el hospital…

2 comentarios:

Carlota Isabel Lifante Baeza dijo...

*_*...escribe, raquel, escribe!!!
pobre Dongwoon...menos mal que ha salido de esa que yo ya me esperaba que no saliese!!!
sorry por el retraso!!!

Anónimo dijo...

leídos!!! jaja desde el que me faltaba, me he quedado con varios momentos:
-El momento de los ehlados es muy bonito, me gusta *-* aunque es una lastima que dure tan poquito, en seguida se fastidia
-El párrafo ese sobre la muerte tambien es fantástico jaja x)
-La pelea en general, aunque todavia me quedan algunas dudas sobre ella espero que con el siguiente capi se resuelvan y que no sean muy duros con ella...
~Marina~

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