Tengo el cuerpo totalmente destrozado, los asientos son cómodos pero estar tantas horas sentada acaba pasándote factura.
Se escucha una voz por todo el avión, primero el mensaje se dice en inglés, seguido de coreano y de otros idiomas.
Nos acercamos al aeropuerto de Seúl, así que debemos colocarnos los cinturones. Recojo todas mis pertenencias que había esparcido por mi asiento y el asiento vacío que está a mi lado: ipod, agenda, revista…
Cada vez se pueden apreciar más los detalles de la ciudad, sus luces y brillos destellantes de las estructuras metálicas.
El avión sufre unas pequeñas turbulencias, pero que a mí me revuelven completamente el estómago.
Pasados unos minutos atormentantes me deslizo por la cinta mecánica del aeropuerto junto a mi maleta- de un color verde vivo, y de un tamaño considerable ya que casi me llega por encima de la cintura- que momentos antes la había recogido en la cinta que las transporta.
Me coloco bien el bolso de mano, y estiro de la maleta justo cuando se acaba la cinta que me transporta, me cuesta llevarla, pero realmente sólo llevo lo fundamental a este viaje.
Por fin consigo salir de allí, aunque no me espere mejor panorama fuera, en el aeropuerto aún se podían ver extranjeros, pero parece que aquí haya entrado en otro mundo totalmente ajeno al mío.
Me acerco a la zona donde se encuentran los taxis, me lanzo decidida sobre uno de los taxis que parece encontrarse en primer lugar, el hombre se encuentra dentro del vehículo así que yo me dirijo hacia el maletero para meter mi maleta. Abro el maletero e intento levantar mi maleta en vano, la maleta pesa demasiado como para que yo pueda levantarla. El taxista parece haber oído mis pensamientos ya que aparece detrás de mí, ofreciéndose para meter la maleta con una amable sonrisa.
Me siento en uno de los asientos traseros del taxi y busco la Black Berry que me mantiene conectada a mi verdadero mundo, un mundo totalmente diferente de este.
El hombre termina de meter mi maleta a duras penas, mientras que yo busco la dirección de la casa donde me alojaré a partir de hoy.
El taxista me pregunta la dirección, pero como no sé bien como se pronuncia le enseño un pequeño papel donde tengo anotada la dirección de la casa. El hombre se ríe y arranca el coche.
Fijo la mirada en mi Black Berry, donde estoy ojeando algunas fotos antiguas de mí y de mis amigos.
Recuerdos, será lo único que tenga aquí de mi verdadero hogar
Pasados treinta minutos el coche se detiene, y yo por fin fijo mi atención por la ventanilla. Ahí esta, me mira fijamente -es estrecha y con un aire antiguo, rodeada de algunas casas parecidas y algunos pequeños edificios de dos o tres alturas- espero sentada durante unos minutos, pero el conductor me recuerda el importe del viaje. Vuelvo a mí y rebusco en el bolso el monedero, saco un billete y salgo del taxi, diciendo que se quede con el cambio.
Me dirijo hacia el maletero y espero unos segundos, pero como veo que el taxista no bajará a ayudarme con la maleta esta vez abro el maletero y la saco como puedo “ a tirones”.
Me acerco a la entrada y escucho como el coche arranca y se marcha lentamente. No me había fijado, pero, parece que en la primera planta hay un pequeño restaurante de comida tradicional.
Decidida a entrar me deslizo lentamente hacia la entrada, coloco la mano derecha en la puerta corredera y la empujo levemente.
Aquí estoy, dispuesta a empezar en un nuevo hogar…
2 comentarios:
Raquel, soy cintia ^^
D: no has puesto diálogos, ¡pon diálogos! (por si las dudas es una orden xD)
Espero que sigas escribiendo, quiero ver como sigue... ^^
...segundo comentario, Raquel. Imposible poner en este capítulo diálogos si no tiene con quién conversar, así que...Nada, que paso automáticamente al siguiente...
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